Las plagas de pulgón son una lacra para algunas plantas del huerto o del jardín con las que se ceban.

Suele aparecer año tras año por las mismas fechas y, si no se hace nada, cubren las plantas afectadas rápidamente e incluso pueden colonizar otras que se encuentren cerca.

Los pulgones son pequeños áfidos que se alimentan de la savia de las plantas. Normalmente, se situan bajo las hojas y en los brotes, donde perforan pequeños orificios por los que succionan los jugos. La planta acusa rápidamente la pérdida de savia. Las hojas se curvan hacia abajo, muestran protuberancias, un mal aspecto generalizado y falta de crecimiento. Si no se actúa rápido, la hoja termina por secarse y los pulgones se mudan a otra más tierna.

Además de debilitar las plantas, a través de las picaduras pueden entrar microorganismos endoparásitos que comienzan a atacar los tejidos desde dentro, por lo que además de estar debilitadas por la falta de savia, tendrán que luchar contra un infección interna.

Pero, la verdad es que es bastante sencillo y barato, eliminar los pulgones de las plantas con cosas que se pueden encontrar en cualquier casa. Veamos cómo hacerlo.

Agua jabonosa, un gran insecticida

Pues sí. No por sencillo deja de ser efectivo, más bien todo lo contrario.

Para preparar este remedio casero contra el pulgón solo necesitamos agua y jabón, a poder ser uno natural, pero en realidad sirve cualquier jabón que haga burbujas.

También tendremos que tener un pulverizador, ya sea uno especial para la agricultura o cualquier bote reutilizado que realice esta función ―previa limpieza a fondo de los residuos que pueda tener.

Preparación

Calculamos la cantidad de agua que necesitaremos en función de la zona que vamos a tratar. Debemos tener en cuenta que tenemos que llegar a todas las hojas, especialmente por debajo de éstas y que muchas estarán enrolladas.

Por cada 10 litros de preparado, necesitaremos aproximadamente 300 gramos de jabón.

Esto lo podemos ir ajustando si vemos que resulta igualmente efectivo con menos cantidad de jabón, ya de depende de la cantidad de espuma que haga cada uno y de lo accesibles que estén los pulgones.

El pulgón morirá incluso con la mitad de jabón, pero cuanto menos pongamos más concienzudos tendremos que ser a la hora de pulverizar, pasando varias veces por cada zona.

 

Disolvemos bien el jabón —potásico, de marsella, casero, etc— en un recipiente con agua limpia distinto del pulverizador.

En agua caliente se disuelve mucho mejor, incluso sin tener que rallar la pastilla.

Si se usa jabón líquido es mucho más fácil de disolver, ya que solo hay que remover un poco la mezcla para lograrlo.

No se deben usar jabones industriales complejos (lavavajillas, jabón de lavadora, desengrasante, etc) porque pueden ser perjudiciales para las plantas y para el suelo, e incluso para el agua subterránea si se usan muy a menudo.

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Filtramos el preparado con una tela o filtro de café pasándolo ya al pulverizador.

Si el jabón es gel ponemos directamente la cantidad calculada dentro del pulverizador.

 

Llenamos el pulverizador con la cantidad de agua hasta completar la cantidad calculada y removemos para que se mezcle todo bien.

Ya lo tenemos preparado.

Cuánto más homogéneo nos quede mucho mejor.

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Cómo y cuándo lo aplicamos

Tan pronto como detectemos la plaga, o incluso antes si todos los años tiene lugar en las mismas fechas. Cuanto antes lo hagamos más fácil nos será erradicarla por que habrá menor número de pulgones.

Pulverizador manual de 7 litros con bomba

Aplicar al amanecer o al atardecer, sin lluvia, ni viento, ni sol directo. De esta forma aumentaremos su efectividad ya que el agua jabonosa permanecerá más tiempo cubriendo las hojas y los pulgones. Por otro lado, evitamos las quemaduras en las hojas por la acción del sol y, por último, no nos “autopulverizamos” ni lo desperdiciamos por acción del viento.

Debemos ser muy concienzudos en la aplicación. El agua jabonosa no es tóxica para el pulgón, simplemente lo asfixia al formar una película de jabón a su alrededor e impedir que respiren. Por tanto, debemos aplicar una buena cantidad sobre todas las hojas —especialmente dentro de las hojas que estén enrolladas— que tengan pulgón, hasta que veamos que la zona afectada ha quedado totalmente empapada y que gotea. Facilitan mucho esta labor los pulverizadores especializados para la agricultura ya que permiten regular el chorro lanzado por la boquilla. Haciéndolo más concentrado y potente llegaremos mejor a todos los recovecos, que los hay. El que te recomendamos de la tienda de Amazon tiene esa función.

Pasado un día tras la primera aplicación inspeccionamos de nuevo la planta. Abrimos las hojas curvadas y observamos en que estado se encuentra el pulgón. Si el tratamiento ha tenido éxito, veremos que los pulgones han perdido su forma y están resecos. Son poco más que manchas en la superficie de la hoja. Si vemos que aún queda pulgón vivo o que ha habido zonas que no tratamos repetimos con una segunda aplicación o una tercera si hiciera falta. Con dos suele ser suficiente.

Las hormigas suelen tener una relación clientelar con los pulgones, una simbiosis por la cual las primeras los protegen y transportan a cambio de la melaza ―un líquido azucarado― que excretan los pulgones.

 

Esta relación no se da en todas las especies de pulgones ni de hormigas, pero si los ves asociados tendrás que terminar con ambos ya que, aunque acabemos con ellos, las hormigas los traerán de nuevo.

Pulverizando bien el tallo de las plantas eliminamos muchas de ellas, ya que suelen subir y bajar por el mismo para llevar las provisiones de melaza al hormiguero. Y sí, el agua jabonosa también las mata